1 ENCUENTRO:
INTRODUCCION:
Objetivo: Valorar
la relación de la DSI con la liturgia.
La actividad se realizará utilizando el método de la mesa técnica:
Definición: Técnica de dinámica de grupos en que un
grupo de especialistas (entre tres y seis) en un tema que tienen puntos de
vista divergentes o contradictorios sobre un mismo tema -coordinados por un
moderador- llevan a cabo una discusión ante un grupo.
Tema a discutir en clases: LITURGIA Y
DSI. CELEBRAR
1er grupo
La liturgia y el fundamento teológico de
la DSI
Como leemos en las páginas finales del Compendio de la
Doctrina Social de la Iglesia (CDSI 577) “La fe en Dios y en Jesucristo ilumina
los principios morales que son “el único e insustituible fundamento de estable
tranquilidad en que se apoya el orden interno y externo de la vida privada y
pública, que es el único que puede engendrar y salvaguardar la prosperidad de
los Estados”. La vida social se debe ajustar al designio divino: “La dimensión
teológica se hace necesaria para interpretar y resolver los actuales problemas
de la convivencia humana”.
En el mismo sentido, el papa Benedicto XVI en su Carta
apostólica Porta fidei (PF 14) nos
enseña que “es la fe la que nos permite reconocer a Cristo, y es su mismo amor
el que impulsa a socorrerlo cada vez que se hace nuestro prójimo en el camino
de la vida. Sostenidos por la fe, miramos con esperanza a nuestro compromiso en
el mundo, aguardando «unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite
la justicia» (2 P 3, 13; cf. Ap 21, 1). Precisamente es en la liturgia donde
Dios revela por medio de la Palabra y los signos salvíficos lo que el es en la
historia de la salvación que se actualiza en el culto cristiano. En el orden
sencillo y solemne del año litúrgico se nos revela el designio de amor de Dios hacia la humanidad y su acción liberadora a
favor de Israel, la cercanía gratuita de Dios y el principio de la creación y
la acción gratuita de Dios. En este momento final de dicha historia tenemos a
Jesucristo, en quien se cumple el designio de amor del Padre y se revela el
misterio de amor trinitario que es el origen y la meta de la persona humana. En
los sacramentos se ofrece y aplica este misterio de amor haciendo de gentes de
todo origen unas nuevas criaturas en la Iglesia, con un destino que asume y
trasciende las realidades sociales (CDSI 20-59). En toda experiencia religiosa
auténtica y sobremanera en la liturgia cristiana, por tanto, se revelan como
elementos importantes, tanto la dimensión del don y de la gratuidad, captada
como algo que subyace a la experiencia que la persona humana hace de su existir
junto con los demás en el mundo, como las repercusiones de esta dimensión sobre
la conciencia del hombre, que se siente interpelado a administrar convivial y
responsablemente el don recibido (Cf. CDSI 20).
La persona humana y su completo desarrollo individual
y social es el centro de interés de la Doctrina Social de la Iglesia, y el
“principio sacramental” de la liturgia se basa en una concepción del hombre que
tiene en cuenta tesis fundamentales de dicha Doctrina como son la unidad de la
persona humana, abierta a la trascendencia, única e irrepetible, dotada de
libertad y dignidad, llamada a vivir en sociedad (Cf. CDSI 124-151). En efecto,
contra todo dualismo y gnosticismo, la liturgia cristiana, desde el bautismo a
las exequias, se sirve de signos sensibles y consagra al ser humano íntegro en
cuerpo y alma, para la Iglesia como cuerpo de Cristo y la vida eterna. En cada
paso de la iniciación cristiana y los demás sacramentos, el hombre es tratado
como un ser libre, que responde a Dios a través del diálogo, las opciones y
requerimientos que se le presentan, de modo que no está atado por la generación
carnal ni por una coacción social.
Grupo II
2. La fuente
de la energía de la DSI y la liturgia
La actividad social del cristiano tiene como
específico el que se intenta cooperar con la voluntad de Dios expresada en su
Palabra y en la persona y obra de Jesucristo y ello con la conciencia de que
esto sólo es posible si se cuenta con la ayuda de la gracia, en primer lugar de
las virtudes infusas de la fe, esperanza y caridad, recibidas en la iniciación
cristiana y, en cada momento con el auxilio de las gracias actuales y las
mociones del Espíritu Santo.
Pero no podemos quedarnos con una idea de la gracia
como una ayuda exterior, porque se trata sobe todo del fruto de la
incorporación a Cristo, de la vida en Cristo, con el cual todo lo podemos, y
esa vida nace y se mantiene en la liturgia. Como repite Benedicto XVI citando
al Vaticano II:
“Deseamos que este Año suscite en todo creyente la
aspiración a confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y
esperanza. Será también una ocasión propicia para intensificar la celebración
de la fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía, que es «la
cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y también la fuente de donde
mana toda su fuerza» ([1]). Al mismo tiempo, esperamos que el testimonio de
vida de los creyentes sea cada vez más creíble. Redescubrir los contenidos de
la fe profesada, celebrada, vivida y rezada” ([2]) (PF 9).
No basta con conocer a Cristo y su doctrina, de amarlo
e imitarlo; lo anterior está al alcance de los no cristianos, que pueden
trabajar en la misma dirección de los discípulos de Cristo ya que él mismo
dijo: “El que no está contra nosotros está
a favor nuestro” (Mc 9,40); el cristiano parte de su existencia
injertada en Cristo. Como proclama el CDSI en su conclusión:
“No, no será una fórmula lo que nos salve, pero sí una
Persona y la certeza que ella nos infunde: ¡Yo estoy con vosotros! No se trata,
pues, de inventar un nuevo programa. El programa ya existe. Es el de siempre,
recogido por el Evangelio y la Tradición viva. Se centra, en definitiva, en
Cristo mismo, al que hay que conocer, amar e imitar, para vivir en él la vida trinitaria
y transformar con él la historia hasta su perfeccionamiento en la Jerusalén
celeste” (CDSI 577).
La Iglesia es signo y salvaguardia de la trascendencia
de la persona humana, cuya dignidad es el fundamento personalista de la
Doctrina Social de la Iglesia. Por ello, cuando la comunidad cristiana responde
a la convocatoria de Dios y se reúne en asamblea litúrgica, siente su identidad
en la historia de la salvación, sin que el destino final de la eternidad la
arranque de esta historia de los hombres en la que avanza como el Señor,
haciendo el bien y curando a las víctimas del pecado del mundo. La liturgia de
la Iglesia es la misma que la del cielo, porque tiene un mismo protagonista,
que es el Señor resucitado; en ella no solo leemos la Palabra de Dios como en
un documento santo, sino que es el mismo Señor quien nos habla. El “vosotros” y
el “hermanos” se refieren a los presentes más que a los galileos o los
coríntios. La gracia regeneradora y consagrante de los sacramentos nos hace ser
sacramentos de Cristo en el mundo: palabra y signo, y la experiencia
comunitaria llama a una comunión social que debería ir más allá de un acuerdo
de conveniencias. De este modo, leemos en el CDSI que : “A la identidad y
misión de la Iglesia en el mundo, según el proyecto de Dios realizado en
Cristo, corresponde” una finalidad escatológica y de salvación. Escátológica
quiere decir que el sentido del hombre y el mundo tienen el cumplimiento de su
destino en Dios. “Con la predicación del Evangelio, la gracia de los sacramentos
y la experiencia de la comunión fraterna, la Iglesia” cura y eleva la dignidad
de la persona, consolida la firmeza de la sociedad y concede a la actividad
diaria de la humanidad un sentido y una significación mucho más profundos.([3])
GRUPO III
3. La educación en los valores de la DSI en la
liturgia
En el cap. IV, 160 del CDSI encontramos los principios
de la doctrina social de la iglesia, que van junto con también los valores de
la verdad, la libertad y la justicia por los que hay que trabajar y
comprometerse. “Los principios permanentes de la doctrina social de la
Iglesia constituyen los verdaderos y
propios puntos de apoyo de la enseñanza social católica: se trata del principio
de la dignidad de la persona humana —ya tratado en el capítulo precedente— en
el que cualquier otro principio y contenido de la doctrina social encuentra
fundamento, del bien común, de la subsidiaridad y de la solidaridad. Estos
principios, expresión de la verdad íntegra sobre el hombre conocida a través de
la razón y de la fe, brotan « del encuentro del mensaje evangélico y de sus
exigencias —comprendidas en el Mandamiento supremo del amor a Dios y al prójimo
y en la Justicia— con los problemas que surgen en la vida de la sociedad ». La
Iglesia, en el curso de la historia y a la luz del Espíritu, reflexionando
sabiamente sobre la propia tradición de fe, ha podido dar a tales principios
una fundación y configuración cada vez más exactas, clarificándolos
progresivamente, en el esfuerzo de responder con coherencia a las exigencias de
los tiempos y a los continuos desarrollos de la vida social”.
Por ello, cuando en la liturgia se vive real y
sacramentalmente en Cristo, como miembros diversificados y solidarios de su
cuerpo, adquieren su significado y unidad el principio del bien común con sus
aplicaciones principales, como son la responsabilidad de todos por el bien
común, las tareas de la comunidad política, el destino universal de los bienes
y la opción preferencial por los pobres.
La liturgia cristiana educa en el principio de
subsidiaridad y de la participación, porque en ella el elemento jerárquico no
debe apropiarse de lo que pueden hacer tanto la asamblea en su conjunto como
los ministerios y funciones que deben ser asumidas por los laicos, es la “regla
de oro” del “todo y solo” que vale para todos los que presiden y participan en
la liturgia.([4])
Lo mismo ocurre con el principio de solidaridad, cuyo
significado y valor va más allá de la solidaridad como principio social y como
virtud moral o como un valor inscrito en la especie humana, sino que este
valor, que impulsa el crecimiento común de los hombres , recibe un sentido
superior en la vida y la palabra de Jesucristo. Verdaderamente, en la liturgia
están los valores fundamentales de la vida social, que son como la materia que
se transforma en la “vía de la caridad”. La experiencia de gratuidad y la
desproporción entre la gracia y los méritos personales. La grandeza del perdón
que viene del sacrificio de Cristo y la tremenda fuerza de sus palabras:
“Tomad, comed y bebed, Esto es mi cuerpo y mi sangre, sacrificados para la
remisión de los pecados”, junto con la realidad de la comunión, lleva a
transfigurar la “solidaridad” en “caridad”, del mismo modo que la
bendición-consagración de los esposos, con la invocación del Espíritu Santo,
transforma su amor humano, bueno y hermoso en sí mismo, en sacramento del amor
de Dios manifestado en Cristo Jesús.
En esta síntesis de la fe y la vida no caben
dualismos. El cristiano no debe separar su espiritualidad del compromiso social
cotidiano. Es una espiritualidad que rehuye tanto el espiritualismo intimista
como el activismo social y sabe expresarse en una síntesis vital que confiere
unidad, significado y esperanza a la existencia, por tantas y diversas razones
contradictoria y fragmentada y, para ello: La síntesis entre fe y vida requiere
un camino regulado sabiamente por los elementos que caracterizan el itinerario
cristiano: la adhesión a la Palabra de Dios; la celebración litúrgica del
misterio cristiano; la oración personal; la experiencia eclesial auténtica,
enriquecida por el particular servicio formativo de prudentes guías
espirituales; el ejercicio de las virtudes sociales y el perseverante
compromiso de formación cultural y profesional. (CDSI 546)
GRUPO 4
4. Los
fundamentos y valores de la DSI en los textos litúrgicos
La liturgia católica, renovada tras el Concilio
Vaticano II, ha incorporado a sus textos una mayor inquietud social, reflejo de
la DSI anterior y de los grandes documentos conciliares, en especial de la
Constitución Pastoral Gaudium et spes. Lo encontramos en primer lugar en los
formularios para ocasiones especiales, donde la Palabra de Dios y la oración de
la Iglesia se centran en temas como la familia, la patria y sus gobernantes, la
paz, la justicia, la reconciliación, la santificación del trabajo humano, la
concordia; y también en la oración preferente a favor de los “pobres” de toda
clase, como los que padecen hambre, los prófugos y exiliados, los cautivos y
encarcelados, los enfermos y moribundos, así como los afectados por catástrofes
naturales o la guerra, ([5]) para que “un amor puro y generoso nos impulse a
promover el progreso de los pueblos y a realizar, en la caridad, las exigencias
de la justicia “ y ello como fruto de la comunión eucarística. ([6])
Era frecuente en las oraciones del anterior Misal
Romano encontrar oraciones que impulsaban a los fieles a “terrena despicere et
amare coelestia”, despreciar las cosas de este mundo y amar las del cielo; esta
tendencia dualista y espiritualista ha cambiado en expresiones como que de tal
modo aprendamos a valorar los bienes de la tierra que no perdamos los del
cielo, o que “de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros, que podamos
adherirnos a los eternos” y también: “para que disfrutemos de tus beneficios en
la tierra y crezca nuestro conocimiento de los bienes del cielo”. ([7])
En la oración de la mañana, los Laudes, aparece con
frecuencia una petición para que el trabajo de cada día lleve a una más
perfecta justicia y hermandad entre los hombres.
5.
Conclusión
Hemos podido recordar cómo la liturgia de la Iglesia
incorpora los principalestemas de la DSI y que ello lo hace tanto por medio de
su misma estructura teológica como a través de un interés específico,
incrementado en los textos recientes, cuyo conocimiento y utilización podrían
mejorarse. Como concluye el CDSI, el programa de acción social de la Iglesia
“es el de siempre, recogido por el Evangelio y la Tradición viva. Se centra, en
definitiva, en Cristo mismo, al que hay que conocer, amar e imitar, para vivir
en él la vida trinitaria y transformar con él la historia hasta su perfeccionamiento
en la Jerusalén celeste” (577).
Todo lo dicho anteriormente se resume magníficamente
en la oración colecta de la misa por el progreso de los pueblos: “Oh Dios, que
diste un origen idéntico a todos los pueblos y quisiste formar con ellos una
sola familia en tu amor, llena los corazones del fuego de tu caridad y suscita
en todos los hombres el deseo de un progreso justo y fraternal, para que, con
los bienes que generosamente repartes entre todos, se realice cada uno como
persona humana y, suprimida toda discriminación, reinen en el mundo la igualdad
y la justicia”.
Tiempo de 9:30 am a 10am
Terminada la
discusión los alumnos realizaran un mapa conceptual que expondrán para poner en
común lo discutido.
ejemplo:
El mapa conceptual es una técnica usada para la
representación gráfica del conocimiento. Un mapa conceptual es una red de
conceptos. En la red, los nodos representan los conceptos, y los enlaces
representan las relaciones entre los conceptos. 10am a 10y30
Exposición de
11am a 12 y 00m
Cierre con presentación
de video.
Material guía,
papel bond, tirro, marcadores, video bean, video