CELEBRACIONES EN AUSENCIA DEL PRESBÍTERO
Las celebraciones en espera del presbítero deben hacerse
siguiendo las indicaciones del párroco.
Debe avisarse expresamente que el que dirige la celebración
lo hace por encargo del párroco.
Hay que ocuparse de que la gente no confunda esta celebración
con la Misa.
El ministro
Si hay un diácono, le corresponde presidir. Ocupará la sede
presidencial, hará los saludos y dará la bendición.
Cuando presida un laico, deberá actuar como uno entre
iguales: ocupará un lugar en el presbiterio (no la sede), y no hará los saludos
ni dará la bendición (sino que pedirá la bendición de Dios sobre toda la
asamblea).
El que preside la celebración debe conocer bien lo que le
corresponde hacer. Puede usar el Misal (pero no dice el Prefacio, ni la
Plegaria Eucarística, ni el rito de las ofrendas).
Los servicios estarán distribuidos entre distintas personas
(lectores, cantores, guía, encargados de preparar el lugar).
DESARROLLO DE LA
CELEBRACIÓN
Ritos iniciales
Mientras la asamblea canta, el que preside se ubica en su
lugar (sin besar el altar), hace la señal de la cruz y saluda a los presentes.
Puede hacer una breve monición inicial, en la que se aclare
que esa celebración no es eucarística.
Se realiza el acto penitencial (del Misal u otro).
Dice "Oremos" y hace un momento de silencio. Luego
dice la oración colecta (sin extender las manos).
Liturgia de la Palabra
Las moniciones, las lecturas, el Salmo responsorial y el
Aleluia se proclaman y cantan como de costumbre.
El que preside proclama el Evangelio. (Si es laico no hace el
saludo inicial ni besa el libro).
Si preside un diácono, hace la homilía. Si es un laico, puede
leer la homilía escrita por el sacerdote, o los comentarios de las hojas o
libros, o puede usar sus propias palabras si el párroco así se lo ha indicado.
Es una buena ocasión para que entre varios hagan comentarios
a las lecturas.
Luego se hace un momento de silencio.
A continuación se podría realizar algún signo especial, de
acuerdo con las lecturas escuchadas.
Se recita el Credo.
Luego se hace la oración de los fieles, según lo
acostumbrado. Conviene que se pida por la vocaciones sacerdotales.
Acción de gracias
No se hace el rito de las ofrendas, sino una acción de
gracias (en la que no deben leerse ni el Prefacio ni la Plegaria Eucarística).
Puede ser un salmo de acción de gracias o alabanza (S. 99,
102, 135, 137, 150) o un himno (Gloria, Magnificat...) o una letanía.
Se hace de pie, y el que preside no mira hacia la asamblea
sino al altar.
(Esta acción de gracias puede hacerse luego de la comunión, o
puede ser reemplazada por un acto de adoración a la Eucaristía, antes del
Padrenuestro).
Rito de la comunión.
Se extiende el corporal sobre el altar y se trae el copón (el
que preside hace una genuflexión).
Si no se ha hecho la acción de gracias en su momento, todos
se arrodillan para hacer un acto de adoración (que puede ser un himno
eucarístico, un salmo, o una letanía dirigida a Cristo).
Luego, de pie, el que preside invita a rezar o cantar el
Padrenuestro.
Y después puede invitar a todos a darse el saludo de Paz.
Luego abre el copón, hace una genuflexión y muestra una
hostia diciendo "Este es el Cordero de Dios..." y todos responden
"Señor, no soy digno..."
Y puede comulgar diciendo en voz baja "El Cuerpo de
Cristo me guarde para la vida eterna".
Luego distribuye la comunión a los presentes, del modo
acostumbrado, mientras se canta un canto de comunión.
Al terminar, vuelve al altar y guarda el copón de la forma
habitual.
Si no se hizo la acción de gracias en su momento, puede
hacerse ahora.
Siempre conviene guardar unos momentos de silencio.
Luego, de pie, invita a rezar y dice la oración después de la
comunión correspondiente a ese domingo.
Despedida
Se dan los avisos de la manera acostumbrada. Si hay colecta
de dinero, se avisa que se hará al terminar.
Este sería un buen momento para cantar un canto a la Virgen.
Si preside un diácono, saluda a la asamblea y da la
bendición.
Si es un laico, pide la bendición de Dios sobre todos y luego
se santigua diciendo, por ejemplo, "El Señor nos bendiga, nos guarde de
todo mal y nos lleve a la vida eterna".
Luego hace una reverencia al altar y se retira.
Bibliografía recomendada:
El acólito y el ministro extraord. de la comunión - Secr.
Nac. de Liturgia (España) - Ed. PPC - 1992
Ministerios de laicos - J. Aldazábal - Dossiers CPL -
Barcelona, 1990
Revista Phase nº 158 (p.113 Marini), nº 168 (p.469 Tena)
Cuadernos Phase nº 30 (p.33), nº 60
Para vivir la Liturgia - J. Lebon - Ed. Verbo Divino -
Estella, 1992
Introducción General del Misal Romano
Este artículo originalmente fue confeccionado en base a la
bibliogafía recomendada y a la experiencia de los autores, para uso de la
Escuela de Servicios y Ministerios de la Diócesis de Viedma (Argentina).
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